lunes, 10 de diciembre de 2012

Tienda de campaña

Ya sea en un camping, en las profundidades de un bosque, sobre la arena de la playa o dentro de tu habitación, la tienda de campaña es un artilugio perfecto para el soñador empedernido y el eterno aventurero. Vista desde fuera no es más que una tela insulsa y pequeña que no ofrece gran protección, pero una vez dentro se convierte en un palacio, un fuerte donde acurrucarte y dejar pasar la noche mientras fuera se desata la batalla.

Pero para delirar a gusto hay que estar acompañado. Una amiga (o amigo) te puede acompañar en una noche de risas y desvaríos, de cotilleos, de recuerdos del pasado, de historias de miedo a la luz de una linterna. Pero si hace frío, búscate a alguien a quien poder pegarte mucho, que dicen que al calor humano es el mejor de todos. Yo propongo una noche de invierno en una playa, con el viento y el salitre marino arreciando, la cremallera echada y el sofoco del deseo. Después, con la calma del orgasmo, desnudos y envueltos en los sacos de dormir, abrir la puerta y hundir los dedos de los pies en la arena, compartiendo una cerveza en la oscuridad, bajo el cielo preñado de estrellas.

Si no hay mar, ni arena, ni sal, prueba a montar la tienda dentro de tu casa. Le pondrá un toque único y divertido a tu cita. Empújale a dentro y cierra la tela. Siempre podrás escuchar el mar acercándote a la oreja una caracola. Vive tu aventura. Transpórtate a donde quieras. Pon en tu vida una tienda de campaña. No te arrepentirás.

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