lunes, 10 de diciembre de 2012

Tienda de campaña

Ya sea en un camping, en las profundidades de un bosque, sobre la arena de la playa o dentro de tu habitación, la tienda de campaña es un artilugio perfecto para el soñador empedernido y el eterno aventurero. Vista desde fuera no es más que una tela insulsa y pequeña que no ofrece gran protección, pero una vez dentro se convierte en un palacio, un fuerte donde acurrucarte y dejar pasar la noche mientras fuera se desata la batalla.

Pero para delirar a gusto hay que estar acompañado. Una amiga (o amigo) te puede acompañar en una noche de risas y desvaríos, de cotilleos, de recuerdos del pasado, de historias de miedo a la luz de una linterna. Pero si hace frío, búscate a alguien a quien poder pegarte mucho, que dicen que al calor humano es el mejor de todos. Yo propongo una noche de invierno en una playa, con el viento y el salitre marino arreciando, la cremallera echada y el sofoco del deseo. Después, con la calma del orgasmo, desnudos y envueltos en los sacos de dormir, abrir la puerta y hundir los dedos de los pies en la arena, compartiendo una cerveza en la oscuridad, bajo el cielo preñado de estrellas.

Si no hay mar, ni arena, ni sal, prueba a montar la tienda dentro de tu casa. Le pondrá un toque único y divertido a tu cita. Empújale a dentro y cierra la tela. Siempre podrás escuchar el mar acercándote a la oreja una caracola. Vive tu aventura. Transpórtate a donde quieras. Pon en tu vida una tienda de campaña. No te arrepentirás.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cuenta atrás

El tiempo es caprichoso, bien que lo sabemos todos. Corre a la desesperada en los momentos dichosos, y se acomoda al paso de tortuga cuando esperamos algo con ansia o cuando nos aburrimos hasta la desesperación. 
Es curioso lo rápido que han pasado 5000 años. Parece que se ha desbocado la cuenta atrás para el fin del mundo. Los mayas deberían estar aterrados, ¡se acaba el calendario! Pero no, no hay nada que diga que el fin se acerca, sólo es un ciclo que termina, al igual que empezará uno nuevo. Me hace gracia este amor por el fatalismo que caracteriza a los humanos; nos aferramos a las profecías apocalípticas casi como si las deseáramos. Nos gusta pensar en invasiones marcianas, cataclismos, virus zombie y colapsos tecnológicos, pero se nos olvida que el mayor mal ya está entre nosotros. Preferimos las desgracias de película a la vida real, esa dominada por el sistema capitalista.
Salvador Dalí. La persistencia de la memoria.
El fin del mundo se acerca señores. Es cierto. Pero no porque se acabe un calendario, sino porque el dinero ha ganado. El consumo desproporcionado, la reducción de costes, la deslocalización y descentralización, la flexibilidad de la mano de obra, los paraísos fiscales, las multinacionales, la laxa legislación laboral, la globalización, la superexplotación de los recursos naturales, la búsqueda incesante de beneficio... Este sistema que hemos creado se asemeja al virus zombie que tanto temíamos. El capitalismo es un germen infeccioso que ha llevado a la deshumanización del planeta, ha extendido sus tentáculos por todo el mundo, convirtiéndose en asesino, en financiador de guerras, en causa del aumento de las desigualdades entre ricos y pobres. Su último gran golpe, la crisis. 

Esta es una crisis con víctimas reales. Este es nuestro particular fin del mundo, ni meteoritos ni prototipos de Asimov. El 21 de diciembre, fecha señalada para los mayas, lo único de lo que seremos testigos es del lento pero implacable efecto de la crisis económica que nosotros mismos hemos creado, y que nos está devorando a pasos agigantados. 

No llevamos ni dos años con el PP y ya parecen siglos. Caprichos del tiempo. Prefiero pensar en la vuelta de mi hermana de los EEUU. Ya sólo 10 días. Lento avance de los segundos. Lo bueno es que para cuando llegue el 21 podré disfrutar con ella de esa paranoia colectiva que niega a los verdaderos culpables del fin de la civilización.

Querido Adán


Querido Adán: 

Te escribo hoy, frágil, sucia, contaminada. Echada a las puertas del Paraíso las palabras se escapan entre mis dedos en una fuga desesperada. Me siento sola, muy sola. El ambiente esta empañado de una triste melancolía y el Jardín del Edén se dibuja a lo lejos como un sueño casi imposible, un recuerdo que ahora me parece insoportable. Tú y yo hemos sido castigados, arrastrados fuera de nuestro hogar y obligados a vivir en esta soledad asfixiante, abrasadora. 
Sabemos que ya no hay vuelta atrás, que la condena es eterna. El mal ya está hecho y no puede remediarse. Ya no queda nada. Me siento tan culpable. El temor me ahoga. Me carcome la idea de verte el resto de los días sentado sobre esta tierra estéril, yerma, esperando un fin o quizá un principio que nunca llegará, una ilusión que se nos escapa. 

Ante ti me dibujo segura y fuerte. Soy una mujer altiva, orgullosa, firme... Quiero que me veas como tu igual, pues estamos hechos a imagen y semejanza y nos complementamos. Pero bajo ese ser equilibrado se esconde un alma herida. Fui débil cuando debía mantenerme serena, te arrastré conmigo a la tentación, al pecado; y ahora mi alma no es libre, está manchada de miedo y la culpa me va destrozando. No sé como pedirte perdón, ni siquiera sé como mirarte a los ojos. 
Pero ya estoy cansada. No quiero subordinarme a la culpa para siempre. Yo he reconocido mi error, fui castigada y ahora hago penitencia por mis pecados. Sé que mi osadía estuvo mal, que fue una imprudencia, pero ¿acaso el ser humano no está hecho para buscar la perfección? ¿Acaso hay algo más perfecto que un dios? 

Hasta hace apenas un instante vivíamos felices, en una paz ordenada, en un ideal de equilibrio y respeto, de igualdad entre ambos. Pero ahora... Ahora un fruto nos ha separado, nuestro sustento de cada día nos ha dividido; paradojas de la vida. 
He tenido una visión, un presentimiento certero. Por este desliz seré condenada eternamente. Yo sola cargaré con las culpas y serviré de excusa para culpar a tantas mujeres de pecadoras en el dibujo de la mente de unos hombres cerrados de espíritu. Pero, ¿por qué yo? Yo sola ante una humanidad despiadada. 
No quiero llevarte conmigo al destierro, pero los dos mordimos, los dos sangramos la manzana prohibida, los dos calmamos nuestra sed de conocimientos en ese pecado natural.   
Tú eres mi media costilla: nacimos juntos de la tierra, de la Madre Naturaleza, de las manos de Dios. Somos hermanos y amigos, amantes, padres. Nuestro amor nos supera y de su fruto nacerá un mundo. Entonces, si los dos nacimos del mismo cuerpo, de la misma materia, del mismo conocimiento, de la misma idea... ¿por qué tú te impondrás a mí? 

Las mujeres sufrirán por este daño siglos de torturas, milenios de falta de reconocimiento. Serán subordinadas a la mera función de dar la vida, o eso creerán ellos. ¡Yo me río! ¿Qué piensan esos hombres del futuro? ¿Es qué están ciegos? ¿No saben ver más allá de su tecnología? Las mujeres habrían de ser veneradas sólo por el hecho de engendrar una criatura, de gestar vida en sus entrañas. En ellas están los futuros hombres, o mejor, los futuros seres humanos, hombres y mujeres que deberían ser iguales. Ellas son en potencia el futuro de un mundo injusto y machista. 
Y yo aquí, desnuda ante una realidad que me parece oscura y amorfa, tengo todo el peso de un mundo en mi vientre y ando con la condena eterna a mi espalda, arrastrándome con la conciencia manchada por un suelo rocoso falto de esperanza. No es justo. Quiero revelarme contra esa futura espiral de angustia, de injusticia... 

Adán, los dos juntos salimos del Paraíso y por ello te admiro. Cogiste la manzana que te tendí y me acompañaste en la deshonra. Fuiste un amigo y por ello aún te amo más y más me entristezco. Te necesito a mi lado en esta cruzada, te necesito como padre de nuestros hijos, como profeta de nuestro mensaje. Hemos de saberles transmitir el amor que nos abarca, la igualdad que nos vestía antes de calmar nuestro hambre. 
Este es mi ruego, esta es mi condena: 
A todos los hombres que no sepan apreciar el valor infinito de una mujer, su capacidad para sobreponerse, para trabajar días de dieciocho horas, la lucha constante por sus ideales, su amor incondicional, la dedicación a su familia, a sus hijos, su sufrimiento en silencio... A todos aquellos que no sepan apreciar sus lágrimas espejo de su dicha, su pena, su desengaño, su amor, su soledad, su sufrimiento y su orgullo. A todos los que la infravaloren y minimicen. A todos ellos los condeno a una vida de soledad privados de la ternura y la suavidad de la mujer, privados de su entereza, de su dedicación, de su trabajo, privados de su amor y de su fuerza.

Aquí es cuando me quedo sin palabras. Todo es confuso y tengo miedo, frío. Respiro la soledad que se cierne. La culpa aún me quema. Por favor amémonos más que antes, te necesito junto a mí, portador de mi pecado, seamos los dos iguales y eternos. Es ya muy tarde. La noche cae lenta, de colores. Las estrellas brillan. 

 Eva (La Primer Mujer) 
“La mujer salió de la costilla del hombre, no de los pies para ser pisoteada, ni de la cabeza para ser superior. Sino del lado para ser igual, debajo del brazo para ser protegida, y al lado del corazón para ser amada.”