viernes, 7 de diciembre de 2012

Cuenta atrás

El tiempo es caprichoso, bien que lo sabemos todos. Corre a la desesperada en los momentos dichosos, y se acomoda al paso de tortuga cuando esperamos algo con ansia o cuando nos aburrimos hasta la desesperación. 
Es curioso lo rápido que han pasado 5000 años. Parece que se ha desbocado la cuenta atrás para el fin del mundo. Los mayas deberían estar aterrados, ¡se acaba el calendario! Pero no, no hay nada que diga que el fin se acerca, sólo es un ciclo que termina, al igual que empezará uno nuevo. Me hace gracia este amor por el fatalismo que caracteriza a los humanos; nos aferramos a las profecías apocalípticas casi como si las deseáramos. Nos gusta pensar en invasiones marcianas, cataclismos, virus zombie y colapsos tecnológicos, pero se nos olvida que el mayor mal ya está entre nosotros. Preferimos las desgracias de película a la vida real, esa dominada por el sistema capitalista.
Salvador Dalí. La persistencia de la memoria.
El fin del mundo se acerca señores. Es cierto. Pero no porque se acabe un calendario, sino porque el dinero ha ganado. El consumo desproporcionado, la reducción de costes, la deslocalización y descentralización, la flexibilidad de la mano de obra, los paraísos fiscales, las multinacionales, la laxa legislación laboral, la globalización, la superexplotación de los recursos naturales, la búsqueda incesante de beneficio... Este sistema que hemos creado se asemeja al virus zombie que tanto temíamos. El capitalismo es un germen infeccioso que ha llevado a la deshumanización del planeta, ha extendido sus tentáculos por todo el mundo, convirtiéndose en asesino, en financiador de guerras, en causa del aumento de las desigualdades entre ricos y pobres. Su último gran golpe, la crisis. 

Esta es una crisis con víctimas reales. Este es nuestro particular fin del mundo, ni meteoritos ni prototipos de Asimov. El 21 de diciembre, fecha señalada para los mayas, lo único de lo que seremos testigos es del lento pero implacable efecto de la crisis económica que nosotros mismos hemos creado, y que nos está devorando a pasos agigantados. 

No llevamos ni dos años con el PP y ya parecen siglos. Caprichos del tiempo. Prefiero pensar en la vuelta de mi hermana de los EEUU. Ya sólo 10 días. Lento avance de los segundos. Lo bueno es que para cuando llegue el 21 podré disfrutar con ella de esa paranoia colectiva que niega a los verdaderos culpables del fin de la civilización.

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