miércoles, 22 de enero de 2014

Quiero conocerte

Dos simples palabras que juntas pueden conjurar la frase más bonita para ser escuchada: “Quiero conocerte”. Esta vibrante afirmación promete tiempo e ilusión, la dedicación de todo comienzo, y supone una apuesta incierta y un salto al vacío, todo junto, en torbellino, para aquel que la formula. Pocas son las personas que se atreven a conocerse: normalmente se intentan imponer el otro uno al otro, desbaratándose en los sinsentidos de su propia existencia, sin pararse a comprender las peculiaridades que hacen única a la persona que está enfrente, esperando. 


Por todo ello, hastiado de la rutina y del ego, esta vez quiero arriesgarme, sin saber si la locura acabará en un “te quiero” (ciertamente sobrevalorado). Ahora sólo tengo por cierto el calor de tus ojos, las sábanas arrugadas y las cinco o seis palabras que nos bebimos; y todo ello me gustó de ti y por eso me arriesgo a conocerte, me arriesgo a que no superemos el principio, pero estoy dispuesto a intentarlo, sin pretensiones, sin expectativas, sólo tú y yo, sólo tú y lo desconocido. “Tú eres la aventura”.

sábado, 18 de enero de 2014

18 de enero

El día de hoy casi pasa imperceptible. Es curiosa la memoria frágil de los humanos, nuestra incapacidad para recordar fechas de forma natural me asusta, y me sorprende que el cuerpo no rememore el desgarro con precisión de reloj suizo, año a año, para avisarme, para tenerme preparada. También es cierto que no sé en qué día vivo, que me estoy volviendo "alzhéimica" perdida y que recordar algo tan preciso como un día y una hora no me ayudará demasiado. Pero aquí está de nuevo, el aniversario de la catástrofe, tan catastrófico como si en vez de tres años, sólo hubieran pasado unos días.

Hace poco fui a visitarte, ahora tienes a mi abuela por compañía. Prometí llevarte flores y aún no lo he hecho, error de mi cabeza hueca, lo siento. Lo que no se borra es tu recuerdo, anclado a mi memoria para siempre, y la culpa, al rojo vivo, que en los días como hoy me desvela.

jueves, 16 de enero de 2014

Ansiolíticos para no soñar

El ansia. ¿Buena o mala? Yo no me pongo de acuerdo. El ansia por definición es algo malo, una inquietud que nos agita el cuerpo y nos desvela y angustia. Demuestra un anhelo loco, impaciente; la náusea y el tormento de la espera. 

El Grito. E. Munch
Pero a ratos, esa ansia es bonita, arrolladora, un vendaval. Es una fuerza que te empuja, un poco de picante en la rutina, un aliciente… desesperante sí, y estimulante al mismo tiempo. Hay muchos tipos de ansia, y personas ansiosas por naturaleza. Yo más que ansiosa, me considero impaciente; pero a veces, con las causas que lo merecen, me convierto en ansiosa empedernida que no come, no duerme, no vive, incapaz de calmar la ebullición en mi cabeza, que me desbarata la existencia entera y me sume en cavilantes depresiones y risa histérica. Parece algo horrible esta ansia mía, un monstruo en el armario que espera agazapado a que se ilumine la bombilla del sueño para salir a destrozarlo a zarpazos. Pero no es así, aunque a ratos me consuma y me hunda en la miseria, al final el calvario vale la pena: la espera termina, normalmente con final feliz, el ansia se disipa, tú tienes lo qué quieres (tu viaje, tu independencia, tu amante bandido); y ese anterior desvelo que te consumía los segundos a golpe de reloj parado, ahora se recuerda con cariño y hasta con lujuria, el predecesor al triunfo, la desolación con la que comparar el brillo del éxito. 

Por eso mismo, recomiendo disfrutar de las ansias propias, enloquecer con ellas y dejarse arrollar, y deshacerse en lágrimas si hace falta; para después, reír con más fuerza. Olvida los ansiolíticos y disfruta tus neuras. 

miércoles, 1 de enero de 2014

2014

De luto despedimos este 2013, un año menos en la fugacidad que es la vida. Guardemos silencio por esos derechos sociales que nos están robando, por mi abuela que se ha ido, por los errores irreparables, por los sueños no cumplidos, por mi coche destrozado… Ni siquiera Mandela ha podido sobrevivir a esta barbarie. 

El mundo se desmorona en este final de año, sumiendo en el olvido todo lo bueno. Cómo puedo olvidarme de los dos meses de aventura en Sudáfrica, de mi título universitario conseguido, de los fantásticos amigos que me acompañan… Pero en este año de locura y pasión, la pena ha ganado la partida en una sensación ambigua de amor y desenfreno. Doce uvas y se nos marcha el año, como tú que te has ido, y nosotros en familia nos quedamos brindando impotentes, atragantados y emotivos por tu ausencia.  


Pero con el 2014 hay que dejar atrás la mala suerte y preparar los propósitos de Año Nuevo para no perder ni un segundo, pues parece que me van a faltar días (y Euros):

De entrada quiero volver a soñar con viajes y futuros de aventura, y atreverme a hacerlo realidad. Un paseo por Atenas o Estambul con mis alumnos griegos, o beber ron en una playa desierta entre México y ninguna parte uniéndome a la aventura de los “locos españoles”; conocer la vida universitaria de las pelis americanas de la mano de mi hermana en Carolina del Norte, o volver a experimentar Sudáfrica y sus contrastes dejándome caer al vacío y que esa sensación de adrenalina no acabe nunca, espídica hasta dentro de un año.
Quiero exiliarme una temporada en un país de habla inglesa, vivir sola, desconectar, poner tiempo y kilómetros entre los amores prohibidos, empezar de cero, encontrar trabajo de lo mío, volver a España y una fiesta sorpresa, y cambiar de profesión por probar cosas nuevas.  
También deseo querer y que me quieran, y llevarme a mis grandes amigos en la maleta, allá por todo el mundo, para aunque esté bien lejos sentirlos muy cerca. 
Quiero que mis padres se comprendan y se hagan compañía, que sepan vivir juntos ahora que mi hermana y yo nos vamos, y poder reencontrarme con ella en algún lugar de este ancho mundo. 

Como deseo para este nuestro país, un poco más de rebelión y sensatez, de defensa de las causas justas, por muy  imposibles que parezcan; menos conformidad, menos transigir y más acción, para poder llegar al 2015 orgullosos y dignos, vivos, y sin la presión al follar, no sea que se rompa el condón y la liemos parda con la reforma de Gallardón. 

Para acabar, sólo desear a todo el mundo un 2014 lleno de risas y lágrimas, emociones fuertes que nos hagan vibrar y sentir que estamos vivos. Y que el dios sudafricano, Mandela, o Madiba para los amigos, nos sirva de ejemplo para comenzar el Año Nuevo un poco más humildes y sencillos, con ganas de renovarnos, de querernos y de aceptarnos unos a otros, sonriendo un poco más y gastando un poco menos.