domingo, 20 de febrero de 2011

Para el Príncipe Azul

Como dice una amiga mía, "culpo a Disney por mis altas expectativas en cuanto a los hombres". En honor a tantas películas que han reforzado el estereotipo de macho salvador y doncella sumisa dejo esta carta:
Querido Príncipe:
 
“Alteza”, “Señor”, ya estoy harta de esperarle. Llevo sentada en la ventana de la más alta torre demasiado tiempo, y me aburro soberanamente (sin ánimo de ofender).
Mi mamá siempre me decía que debía aguardarle, recatada y sumisa, con mi vestido de fiesta de Versace. Tiempo ha que pasé de los vestidos y ahora me muevo por la habitación en chándal, que es más cómodo.
¿Cómo es que tarda tanto? Antes jugaba con mis amigos, los ratoncillos de campo, que pululaban por mis aposentos cuando les dejaba trocitos de queso Brie. Pero ¡qué lástima!, el Dragón del turno de noche se los zampó sin contemplaciones, y ahora estoy sola, vieja y aburrida.

Mi espejito mágico me habla de ti a todas horas. Dice que eres apuesto, todo un ejecutivo de traje y corbata. En mis sueños te imaginaba como el típico Príncipe Azul que vendría a rescatarme a lomos de su bravo corcel y treparía cual Romeo por la enredadera de mi balcón recitando versos; pero parece ser, según dicen las noticias, que ahora se lleva la Fórmula 1, y que lo más normal es que vengas a buscarme en el nuevo Mercedes Clase A y cantado los 40 Principales.
Pero me da igual, espero que lo sepas, que aquí estoy esperándote. También me gustaría aprovechar la ocasión y rogarte que para nuestra primera cita me lleves a un buen asador, ya que por estos parajes abundan los manzanos, y estoy ya un poco saturada de la comida vegetariana que parece ser lo único que saben preparar mis enanos sirvientes (aunque debería llamarlos “servicio doméstico”).

No puedo dejar de pensar en el día de nuestra boda. Los dos juntos para siempre, empachados de felicidad y de las perdices que serviremos, por cumplir con las tradiciones. Acudirán todas las personalidades del momento: reyes, presidentes, ministros, jugadores de fútbol, Paris Hilton, los animalillos del bosque, las reporteras de Sé Lo Que Hicisteis, los vampiros de Crepúsculo y Belén Esteban (incluso Michael Jackson en espíritu). Pero eso sí, nada de los bailes esos tan pasados de moda que organizan en los castillos; olvídate de los pasodobles y las chirigotas. Estaba pensando en algo un poco más “chic”: podríamos contratar a “Los 7 Bastardos” o a “Pitufinieves” que están ahora muy en la honda. 

Para la Luna de Miel aún no tengo decidido nada. Una  posible idea es un crucero por las Islas Griegas en el barco del Capitán Garfio, aunque últimamente son demasiado frecuentes los amotinamientos. También se han puesto de moda los safaris fotográficos en busca de suricatos y leones, o las excursiones submarinas al palacio de tu primo el rey Tritón.
Como puedes ver, me fascina el océano. Me encantaría recorrer los Siete Mares a bordo de un galeón, sentir el viento en la cara y la espuma del mar, y cantar canciones a pleno pulmón con una botella de ron en una mano y el timón en la otra, la vista clavada en el horizonte y un tesoro robado en la panza del barco. Entonces me despierto mareada en la cama, extasiada por los delirios de pirata que me asaltan. Pero no te asustes, son sólo pesadillas de tantas películas que veo. Yo sólo quiero un príncipe en mi vida.

Me encantaría que mi Hada Madrina me confeccionara el vestido de boda con las flores virginales del bosque, pero resulta que se ha cogido un año sabático, dice tener ataques de ansiedad producidos por el estrés de estar a mi servicio. ¡De verdad que no la entiendo! Así que en su lugar mandé al Lobo Feroz a hablar con mi abuelita, que es una gran costurera, pero aún no he obtenido respuesta.
También quería comentar contigo la lista de regalos; había pensado en pedir un candelabro de esos que bailan, una alfombra voladora, un cuadro de Dalí, una carroza-calabaza, una cafetera de Nespresso, una Campanilla, la bata-manta, y un zapatito de cristal de Swarovski. Si tienes cualquier otra sugerencia, házmelo saber de inmediato. ¡Ah! Se me olvidaba decirte que mi prima Maléfica dice que nos va a regalar una rueca antigua, que lleva toda la vida en la familia, para que pueda hacer trajecitos a nuestros hijos. Qué bonito detalle, ¿no te parece?

Y hablando de niños, ¿cuántos quieres tener? A mi me encantaría tener gemelas: dos niñitas preciosas con mis cabellos dorados y tus ojos azules. Tendremos que llevarlas a un buen colegio, de esos bilingües, y apuntarlas a clases de teatro y de canto, para que de mayores sean estrellas de la pantalla. ¿Y qué opinas de la adopción? Yo estaba pensando en adoptar un niño africano, porque mira qué bien les va a Brad y Angelina, y cómo son siempre el centro de atención. Además que hemos de contribuir al mundo de alguna manera, que últimamente está muy mal con tanta crisis y desastres naturales; y ¿quién mejor que nosotros, príncipes, futuros reyes, para criar a un niño?

Tengo que confesarte que a veces me entran reparos, y eso de casarnos me parece un poquito precipitado, ya que ni siquiera te conozco en persona. Además temo que con los años te transformes en Bestia, igual que le pasó a mi vecina Bella con su marido; tuvo que pedir hasta una orden de alejamiento. También me contó mi amiga Blanca, la que vive en las montañas rodeada de nieve, que se enamoró de un chico muy dulce y sensible y cariñoso, un trovador muy guapo vestido siempre con mallas de colores, pero que un buen día desapareció. Lo último que supimos de él fue en la cabalgata del Día del Orgullo Gay, que le vimos por la tele subido a una carroza. Todas estas cosas me dan mucho miedo. Pero esos son sólo momentos de bajón. Se que tú no vas a ser así. Para subirme los ánimos me pongo la película de Pretty Woman, con un helado de chocolate gigante y una copita de Martini mezclado, no agitado, y ¡listo! Una persona nueva, alegre y rebosante de felicidad.
Entonces me pongo a pensar en nuestro porvenir juntos, en las hojas del calendario que irán cayendo según pasa la vida. Tú y yo envejeciendo de la mano, mirando la puesta de sol, arropados por el silencio de una noche de verano y el murmullo cálido de un mar sin nombre… ¡Y no puedo permitirlo! No quiero imaginarme las pintas que tendré cuando llegue ese momento. Me he prometido a mi misma no envejecer jamás, así que has de conseguirme una lámpara mágica o un buen cirujano plástico. Sería un bonito regalo de aniversario.

Por último, sólo quería decirte que espero con ansia el momento de conocernos, el momento en que me arropes entre tus brazos y me des ese primer beso de amor, que ha de despertarme (aunque ya despertara hace tiempo de la enfermedad del sueño). Cuando nuestros labios se encuentren y el tiempo se detenga… Tanto he pensado en nuestro encuentro que el otro día, en una revelación, me sobrevino la idea de que tú podrías ser el secuestrado. Quizá estés tú peor que yo, encerrado en una mazmorra, herido por un hechicero loco, envenenado por las pócimas de la malvada Bruja del Este, amenazado de muerte por la Reina de Corazones. Y yo aquí en mi torre divagando, perdiendo el tiempo. Te veo gritando mi nombre a los cuatro vientos, anclado a tu celda de desdichas, desesperado ante la idea de no poder venir a mi encuentro, ni de poder salvarme de esta pesadilla.
Por eso mismo he pensado en organizar una partida de rescate: primero te mandaré mi carta por medio de lechuza mensajera. Si en una semana no has contestado, ni sé nada de ti, partiré en tu busca, usando mis extensiones de pelo como escalera para bajar de esta maldita torre. Montaré a lomos de Rocinante y emprenderé la marcha al galope, sin titubear ni un segundo, sólo parando a descansar en ese hotelito tan cuco junto al castillo de la Alhambra, y en la playa de Madrid, que tengo que ponerme morena, para causarte una buena impresión cuando me veas.

Voy a ir a salvarte mi amor, mi príncipe. ¡Espérame, no temas! Y no sufras por mí, ni te preocupes, pues el Lobo Feroz se ofreció amablemente a acompañarme en tan ardua travesía y ampararme de los peligros del camino.

Te quiero Príncipe Azul, aunque destiñas.
Seremos felices y comeremos sushi.

Tu Princesa de Cuento.

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