jueves, 13 de febrero de 2014

Boicot a San Valentín

Se acerca la fecha, al paso de la musiquilla acuciante de la peli de Psicosis, y somos muchos los que estamos aterrados, a la espera de que se abra la cortina de la ducha y nos empiecen a llover puñaladas. Porque así de sangriento es San Valentín, día de odios y depresiones más que de amor romántico.



Dejando de lado el cariz consumista de tan señalada fecha, parece que las televisiones, radios y parejitas felices se han asociado con las tiendas y los supermercados en un complot por evidenciar la soledad con la que algunos decidimos vivir nuestro día a día, restregándonos entre besos, corazones y baladas románticas su empalagosa felicidad. Es casi cruel e inhumano. Todos queremos ser queridos, pero para celebrar ese amor no hace falta un día concreto en el que se señale con el dedo al que carezca de pareja, o al que vaya por la calle sin un ramo de rosas. Este día acusatorio de las penas ajenas no favorece a nadie, ni siquiera a los propios enamorados que han de debatirse entre elegir un regalo o inventar un gesto romántico marcado por unas ataduras sociales. ¿Dónde queda la improvisación? Cada cual que celebre su amor a su manera, cuando le venga en gana, y en privado a poder ser, para así integrarnos un poquito mejor a los pobres anónimos desparejados, que sufrimos cada año este ataque de amor plastificado y envuelto. 

¡Por un mundo sin San Valentín! ¡Por los pobres desparejados del mundo! Llamo a la rebelión, a silenciar la ofensa. Nada de quedarse en casa viendo Pretty Woman con un cubo de helado de chocolate, nada de citas express para aliviar el vacío sentimental, nada de torturas cantando baladas en lágrima viva. Lo mejor es una noche de fiesta con tu grupo de amigos, celebrando que estamos vivos y que nos queremos, aunque suene a orgía. ¿Y tú cómo vas a celebrarlo? Paz y Amor. 

viernes, 7 de febrero de 2014

Patética

Otra triste definición para mi elenco personal. Así soy yo, patética por decisión propia. ¡Hay que ser estúpida! (pues sí, también lo soy). Estúpida y patética, incapaz de plantar cara a la incompetencia del ego masculino. Abandono el orgullo propio, y me desarmo en lágrimas patéticas, sí, y balbuceantes, que exigen una explicación al idiota de turno que ya me ha olvidado. La indiferencia me resulta inaccesible, incomprensible, inmanejable; y mientras el tonto de turno me olvida, yo sucumbo a su indiferencia y le bailo el agua un poco, arrastrándome como si no hubiera mañana. Un chute de terapia urgente de autoestima no me vendría mal.

jueves, 6 de febrero de 2014

Promesas que no valen nada

Apunta a mi corazón y dispara. Es más certero y más humano que jugar con la ilusión. 
Me siento rota y sin cabeza, como una muñeca olvidada que tropieza siempre con los mismos hombres bipolares de hoy te quiero y mañana no. Yo no pedía castillos ni princesas, ni siquiera bombones belgas por San Valentín. Tú quisiste un viaje, una cena en un restaurante caro, vino, noches enteras abrazado a mi piel suave, besos a cada segundo del día, menos sexo y más hacer el amor. Yo te dije que sí a todo, feliz de los viajes y el amor principiante, sin etiquetas ni ataduras, sólo dos locos dementes que quieren conocerse y devorarse a cada rato, en cualquier lugar del mundo en el que puedan encontrarse. Ayer te di todo lo que queríamos, tirándome al vacío ciega de emoción. Hoy tú me pides espacio y freno, y mi paracaídas no se abre. Ya ni los que se abstienen de relaciones serias están a salvo de sufrir por desamor. 
Déjame aplastada contra la realidad. Ya no sé qué quieres, qué quieren, cómo funciona el mundo. Nada es lo que parece, eso es lo único que sigue vigente.