domingo, 20 de febrero de 2011

Quitando el caramelo a un niño

¿Por qué el amor nos vuelve tan gilipollas?
Desde la perspectiva femenina, ¿a quién no le han dejado tirado una noche en el último momento? Y si así ha sido, ¿no os ha dolido en el alma?
Este es un llamamiento para hombres y mujeres, independiente de su condición sexual, con el que pretendo abrir los ojos a:
- aquellos que alguna vez hayan dejado a una persona plantada en el último momento (por motivos que no fueran de causa mayor), para que aprendan y entiendan el dolor que han causado;
y a quienes hayan padecido esta situación, para que se vuelvan fuertes e ironicen con las desilusiones que nos regala la vida; para que aprendan a reírse de estas cosas y a quitarles importancia, o mejor aún, para que manden todo a la mierda y vivan en rebelión con la sociedad de la imagen, que nos impone estilos de vida imposibles y machistas en los que la mujer ha de estar perfecta para el hombre y esperar sumisa su llamada.

Como un niño con un caramelo, tú llevas toda la tarde ilusionada pensando en la noche, esa noche que hace días que planeas (porque va a ser la primera, porque llevabais mucho tiempo sin veros, porque vuelve de viaje, porque es San Valentín, porque hay que celebrar algo, y mil porqués más), has dedicado tu tiempo a organizarte:
- Depilación completa,
- ropa interior fina y sexy,
- elección del vestuario,
- maquillaje,
- peinado,
- accesorios,
- perfume,
- y un largo etcétera a rebosar de mil y un detalles que la gran mayoría nos imponemos para estar lo más perfectas posibles.
Entonces, cuando ya estás en pleno proceso con la cera caliente en las ingles, el pelo a medio rizar, y ocho modelitos descartados y tirados por el suelo ante la depresión a punto de estallar por la crueldad del espejo, suena el móvil. Con las manos tiesas para que no se estropee la laca de uñas recién pintada  a juego con el tanga, te contorsionas y lo coges con una sonrisa, le contestas con voz dulce, trasluciendo la emoción anticipada. Pero poco a poco, se te demuda el rostro, la voz va perdiendo consistencia, el tono se agria, y la desesperanza ensombrece la conversación; te han quitado el caramelo. Él pregunta si todo está bien, y tú ¿qué respondes a eso?:

POSIBILIDAD 1:
Pero, ¡serás cabrón!, pedazo de gilipollas, llevo toda la puta tarde esperando tu llamada, y arreglándome para ti, ¿y ahora me dices esto? ¡No tienes vergüenza! ¿Qué te crees que me voy a quedar aquí esperándote? ¡Ni de coña! Ahora mismo me voy de fiesta y que te jodan.

POSIBILIDAD 2:
¿Bien? ¿Cómo va a estar todo bien? ¿Cómo puedes decirme a las doce  de la noche que hoy no vas a poder? Llevo toda la tarde arreglándome para ti, pensando qué ponerme, a dónde ir, qué contarte. He rechazado otros planes con amigos solo para verte, y tú con un simple “lo siento” acabas con todo. ¿Te has parado a pensar en todo el tiempo perdido, en toda la emoción desperdiciada, en las ganas locas que tenía de besarte y tenerte para mí?


Pero normalmente sólo atinas a murmurar un No pasa nada que te atraviesa el corazón, eso sí, lo dices con ese tono melancólico y cargado de rabia contenida, esperando que sea capaz, al menos, de apreciar la congoja en la voz y adivinar todo lo que estás sintiendo; pero no guardes ilusiones, si nunca ha sido capaz de valorar el empeño que pones en ponerte perfecta para él, ¿cómo va a comprender las sutilezas de la voz de una mujer?
Y mientras él hace aquello que os ha impedido veros esa noche, tú te quedas en casa, con los ocho modelitos por los suelos, el maquillaje corrido, y las piernas perfectas.

Yo hoy me he sentido tan estúpida y tan cosificada, que ahora la impotencia me está retando; por eso escribo, para desahogarme y ver si alguien que lea esto se siente identificad@.
Espero haber aprendido algo para la próxima, y poder así evitar esta sensación de dependencia e inferioridad que me derriba. De lo que tengo miedo es de insensibilizarme, de perder la esperanza de los primeros momentos junto a alguien. Mi confianza en el amor ha decrecido en los últimos años, tanto que ya dudo de la existencia de un amor eterno (pero de eso hablaré otro día), y ahora que empezaba la ilusión, el romanticismo de todo comienzo, las mariposas en el estómago, el conocerse lentamente y el devorarse con ansia y a bocados; ahora que todo ha de ser bonito y especial, ya estoy criticando. Siento cómo se me escapa la ilusión, y eso es  malo, al fin y al cabo, como dice el refrán “la esperanza es lo último que se pierde”, entonces ¿a nosotros qué nos queda?

Necesito que me devuelvas las ganas y me hagas sentir especial.

1 comentario:

  1. A mi me pasó lo mismo dos veces:
    La primera vez, por un cumpleaños. Y efectivamente opté por un " no pasa nada...pasalo bien..." (con voz de cabreo mal disimulado y que por supuesto, él, no percibió)
    La segunda vez a causa de un barça madrid. Entonces, mi reacción fue: "vale, ves; pero, no me vuelves a llamar"

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