jueves, 24 de febrero de 2011

Espejito de plata

19/08/2010
"L se esconde. Se repliega sobre si misma a toda prisa, cual animal herido. Se enrosca en su concha impenetrable y se sume en un silencio hueco, desesperado.
No hay nadie. Nadie la busca. Esta sola con ese sentimiento sin nombre. Sola y vacía, amordazada por el miedo.
L se aleja. Huye. Se aplasta contra el fondo y llora. Palpa la soledad que se cierne, la incomprensión que acecha.
Todo es negro, oscuro y frío. No hay luz, y el mundo carece de sentido. Poco a poco se va hundiendo, se va alejando a la deriva, y nada puede retenerla.

Se despierta y el sol hiere sus ojos. Mareada protesta por ese repentino pinchazo de calor. Oye voces a lo lejos, pero está cansada: cansada de escuchar y no ser escuchada, cansada de llamar y no recibir respuesta, cansada de estar para todos menos para sí misma, cansada de gritar auxilio en murmullos sin aliento.
Pero las voces insisten, pesadas, inagotables. Le cogen por los brazos, por las piernas, por las manos. Arrastran a la chica fuera del agujero para que la claridad la inunde y la vida se estrelle contra su cuerpo.
Ele se incorpora, reticente. No quiere hablar, no quiere mirar a nadie, solo cerrar los ojos y abandonarse.
Pero al volverse, un destello acapara su atención. Curiosa, mira a su lado, escondido junto a ella, un espejito de plata. Lo coge con manos dudosas y con esperanzas vencidas; y sin quererlo su mirada se posa.

De pronto todo se incendia. Amanece y la brisa trae un aroma salado. Elena se refleja a través del espejo, nueva y reluciente, sin mácula ni crítica. A su espalda se agolpan los amigos, las caras conocidas, aquellos que la arrastraron fuera de las garras de ese pesimismo envenenado. Todos intentan meter la cabeza, salir en el encuadre, tener un pedacito de espacio que compartir con ella.
Y ella se deja querer, y se abandona a esos que no quieren verla sufrir, a esos que la quieren llena de vitalidad y optimismo, esos que desean que ame la vida locamente y sin reservas, esos sus amigos. "


Ojalá hubieras encontrado ese espejito de plata. Te echamos de menos. Tu ausencia pesa demasiado.

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