jueves, 31 de enero de 2013

Follamigos. Límites infranqueables


Yo soy la primera que no puede negar la evidencia del buen servicio que presta un amigo con derechos. Los hay de muchos tipos y con distintos grados de confianza: de los que te sirven para una noche loca, con los que puedes hablar, a los que llamar en cualquier momento del día, los que te llaman en cualquier momento del día, ex-novios insistentes, etc.

Cada uno se monta sus relaciones, sus líos, sus amantes discretos, triángulos o cuadrados o polígonos amorosos con más vértices que en la clase de matemáticas, donde nadie sabe donde acaba o donde empieza ese intercambio de fluidos que es la vida. Al follamigo no se le exigen explicaciones: sólo sirve para la urgencia, para el deseo, para una noche de amor anónima, libre de sentimientos, libre de preocupaciones, sólo sexo; sexo y una charla casual entre amigos. 



Pero como en toda relación, siempre hay alguien que sale perdiendo. En algún momento, ese contrato tácito de espacio libre de sentimientos se rompe; alguien empieza a querer más, a demandar más, a esperar un amor que muchas veces no existe. Esta situación le convierte en el vulnerable de la ecuación, en el débil y dependiente del capricho del amigo con derecho a roce. Es en este momento cuando aparecen los celos. Nadie quiere saber que su follamigo tiene otros revolcones en camas ajenas, aunque se intuya, nadie se lo cuenta a su pareja ocasional. ¿Los celos están permitidos? Esa es la gran pregunta de estas relaciones. Cuando uno espera y espera ansioso la llamada, temblando ante la idea de insistir, y con la inseguridad comiéndose el alma a cada rato; es en esos momentos cuando ya no sabes qué hacer, cómo comportarte, cómo seguir adelante con esa intriga existencial: ¿se ha acabado? ¿Hay otra persona? ¿Se ha cansado de mí? No hay nadie que responda a estas preguntas, sólo el silencio del móvil. A veces hay suerte y vuelve a ti, otras… la espera puede ser eterna. 

No hay reglas en estas relaciones: los follamigos van y vuelven, conoces a algunos nuevos, te despides de viejas amistades, te abandonan, se enamoran. Hay miles de combinaciones posibles. Lo que no debes olvidar es cuál es su función. Su trabajo es simple: alegrar las tardes perdidas o las noches vacías, sacudirte el cuerpo, regalarte un orgasmo mutuo y la felicidad del instante. Si en algún momento tu “amigo” te hace daño, te maltrata el alma, te hace sentirte frágil ante el espejo… sácale de tu vida, porque tú vales más, mucho más que un polvo ocasional. No dejes que la obsesión te quite la seguridad en ti mismo, no dependas de gente que no te quiere, disfruta con ellos del momento y a otra cosa. Sin sufrir. Sin esperar. No podemos cambiar  a las personas, pero sí estar a gusto con nosotros mismos. 


miércoles, 2 de enero de 2013

2013


El 2013 ya está aquí. Agónicos, aún sobrevivimos. Hemos superado otro fin del mundo más y un año de Rajoy en la Moncloa. El 2012 no me ha gustado demasiado; hemos tenido momentos buenos tú y yo, pero la ilusión se me ha ido escapando cada vez que ponía las noticias. Por eso muchos darían gracias por que acabara la pesadilla, aún sabiendo que el 2013 trae el mal presagio implícito en sus dígitos. 

Hay mucho supersticioso que preferirá un 12+1, pero a mí el 13 siempre me hizo gracia. Más mala suerte que el 12 no puede traernos, ¿o sí? Por ser positivos, digamos que el 2013 es un año nuevo, por lo tanto “vida nueva”. Hagamos balance y esperemos con ganas lo que nos deparará el año nuevo:

Este año que se ha ido he aprendido a quererme un poco más, y a sufrir un poco menos.  A la fuerza he entendido que el amor no lo es todo, y que las personas no siempre expresan lo que quieren decir, que las palabras se las lleva el viento, y que sólo los actos y la constancia son prueba de que importas a alguien. 
He aprendido a sobrellevar los días lejos de mi hermana, con el peso de su ausencia, pero llenando ese vacío con el calor de los buenos amigos, de las noches en el Búho, de sentirme hija única con unos padres también un poco vacíos que quizá me necesiten más que nunca. 
He entendido al fin que el “qué dirán” poco importa, que lo importante es ser feliz y estar a gusto con tu forma de vida, alternativa o no. También he aprendido que el pasado siempre vuelve, y a veces hasta con afán persecutorio.

Este 2013 espero entender de una vez por todas los tres años de carrera; exiliarme (que es la moda) en un país de habla inglesa; seguir luchando contra la deshumanización a la que nos somete este gobierno; viajar a más países y si se tercia a nuevos continentes; aprender alemán; hacer amigos nuevos y cuidar de todos aquellos que me cuidan cada día; sonreír un poco más y estresarme un poco menos; seguir siendo una idealista y una soñadora empedernida, por mucho que el mundo quiera quitarme la ilusión. En resumen, espero construirme un futuro, desafiando todos los malos presagios que nos lanzan los políticos a los jóvenes de hoy en día, y por el camino dejarme seducir por las circunstancias de la vida, disfrutar del amor libre y superar las desilusiones que me ha dejado el 2012.

¿Quién se apunta a cambiar el mundo? Por un 2013 de renovación y de esperanza. ¡FELIZ AÑO A TOD@S!