Otra triste definición para mi elenco personal. Así soy yo, patética por decisión propia. ¡Hay que ser estúpida! (pues sí, también lo soy). Estúpida y patética, incapaz de plantar cara a la incompetencia del ego masculino. Abandono el orgullo propio, y me desarmo en lágrimas patéticas, sí, y balbuceantes, que exigen una explicación al idiota de turno que ya me ha olvidado. La indiferencia me resulta inaccesible, incomprensible, inmanejable; y mientras el tonto de turno me olvida, yo sucumbo a su indiferencia y le bailo el agua un poco, arrastrándome como si no hubiera mañana. Un chute de terapia urgente de autoestima no me vendría mal.
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