lunes, 7 de marzo de 2011

Infidelidades

C. Friedrich
El caminante sobre el mar de nubes
"Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma,
¡Y se me revelo por qué se llora!,
¡Y comprendí una vez por qué se mata!

Pasó la nube de dolor..., con pena
logré balbucear unas palabras...
y ¿qué había de hacer? Era un amigo
me había hecho un favor... Le di las gracias."
Gustavo Adolfo Becquer



Becquer, el máximo exponente del romanticismo español, nos desvela en este pequeño poema el dolor de una infidelidad, y lo que es peor, el regocijo de un amigo cuando te lo cuenta. 
Si nos situamos en una experiencia parecida, ¿a quién no le ha dolido lo que un amigo dice de tu persona amada, para hacerte un favor y para anticiparte lo que puedes encontrar? ¿Por qué esas ganas de desvelarte todo lo malo y estropearte ese mundo de fantasía que te has creado?
Quiero dar las gracias a los amigos que quieren protegerte, a ellos que intentan eliminar el dolor venidero y aplacar cualquier mal, a quienes te cuentan todo lo que saben para que elijas una vida sin amor ciego. Desde esa apariencia altruista, que esconde las pocas ganas de recoger más adelante un corazón destrozado, se aparece la daga del dolor y de los celos, que sin quererlo hunden de golpe en tu pecho ajenos a todo el amor que brota a borbotones por la herida abierta.
A todos los amigos gracias, pero a veces la ignorancia y el autodescubrimiento duelen menos; o simplemente la opinión diferida, el camino incorrecto, la cegera voluntaria, el idealismo...

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