Una semana después y más de lo mismo. Parece que los medios han aguardado el momento justo para lanzar la ofensiva, en medio de un ambiente preelectoral y pidiendo, ya de paso, la cabeza del rector. Al día siguiente del suceso nadie sabe nada, pero ahora el tema está en boca de todos. Yo me sumo a ellos, enardecida por un artículo de opinión que alega, defendiendo la libertad de expresión, el miedo que la Iglesia tiene a la mujer; y también me sumo cansada ya de tanta perspectiva conservadora que con el miedo en el cuerpo se ha lanzado a la reconquista de la dignidad perdida colapsando sus medios y monopolizando la red con sus artículos repetitivos.

¿Qué sentido tiene quitar los crucifijos pero dejar las instituciones? Prefiero mil veces el símbolo a la opresión.
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