miércoles, 5 de septiembre de 2012

Carta para el desarrollo de la humanidad


A quien convenga:

Queridas personas, 
Les escribo por ser los y las representantes de nuestro apreciado Planeta, cada vez más envuelto en la miseria y la marginación, la pobreza y el hambre, y dentro de poco, la destrucción ambiental.
Para superar las diferencias quizá la solución sea acudir a los extremos. ¿Qué pasaría si nos forzáramos a darle la vuelta al mundo? 



Lo que parece que se nos ha olvidado, sobre todo a los que vivimos en el Norte opulento, es la solidaridad que debe llevar implícita la condición humana. Para recuperar los lazos sociales perdidos, la comunidad olvidada, y la preocupación por alguien más que no sea nuestro propio reflejo en el espejo, hay que establecer medidas drásticas. La idea base de mi propuesta es, como ya he dicho, darle la vuelta al mundo, es decir: hacer que los más poderosos se conviertan en los más pobres; que los que vivimos en el Norte vivamos en el Sur;  y viceversa, que todos experimentemos lo opuesto a nuestra vida, de pobre a rico o de rico a pobre. Aunque sea sólo por un tiempo, el tiempo suficiente para aprender lo que es no tener nada, y valorar lo que teníamos, pues de todos es sabido que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde.

Pero este cambio de vida y de percepción estaría incompleto si dejáramos de lado la perspectiva de género. A toda esta revolución hay que añadir el cambio de roles, ya que de poco nos sirve un mundo concienciado y solidario que sigue manteniendo a la mujer dominada y sumisa. Para que el hombre se libere del espacio público y aprenda a disfrutar de la privacidad de su hogar, y para que la mujer se empodere y llegue a conquistar las esferas más altas que le habían sido negadas, liberándose por el camino de las cadenas que imponía el sistema patriarcal; para conseguir todo esto la revolución no sería suficiente si no implicara el cambio de las conductas consideradas femeninas o masculinas. Para ello los hombres habrán de pasarse por mujeres, dedicando tanto tiempo como ellas a las tareas del hogar, al cuidado de los hijos y de sus mayores, viéndose desbordados en el camino; y las mujeres, en el lugar de los hombres, accederán a la educación, aprenderán a desenvolverse en el mundo público y comprenderán la rivalidad inútil y cansada que supone el hacerse pasar por el “macho dominante” a todas horas.


Gracias al ejemplo aprenderemos. Al experimentar las injusticias en sus propias carnes, o los beneficios del poder y el dinero, la gente cambiará y se hará más sensible a las relaciones de poder, y no permitirán ser pisoteados nunca más. Se romperán los estereotipos y las prácticas impuestas, y todos podremos compartir los espacios y los mundos, permitiendo un desarrollo más equitativo.

Esta es mi idea, un cambio necesario para entender la desigualdad, para aprender de ella, y para destruirla. Ahora sólo queda que ustedes, que hasta ahora poco han hecho por solucionarlo, pongan las medidas oportunas para este cambio de vida. 

Atentamente: 
Eva R P

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