lunes, 2 de enero de 2012

2012

Se acaba el 2011 y toca hacer balance: 
A pesar del cambio climático, los desastres naturales, la elección del PP, la crisis económica y las desigualdades sociales, la gente sigue sonriendo. Con todos estos desastres, seguimos adelante y a muchos ni nos interrumpen nuestra vida diaria, pero aún así, nos sentimos desdichados en demasiados momentos. 

Mi 2011 deja un regusto agridulce, un empacho de emociones. Ha sido un año difícil, pero también lleno de sueños cumplidos: crucé el Charco, pero se me fue una amiga. Sin duda esos dos momentos se me han tatuado en el alma. Todos los días hay un hueco para Guatemala y otro para Ella; me acompañan en cada paso, en cada pensamiento, en cada silencio de más y en cada presencia de menos. No puedo, ni quiero olvidarlos. 

Pero no sólo eso, también me quedo con los amores fugaces, con las cenas de amigos, con un curso más aprobado, con mil libros más leídos. Y más viajes, y más promesas, y noches de estrellas con frío de montaña, y niños de sonrisas eternas y manos vacías, y dos patitos más en la espalda. Por los nuevos amigos y por los viejos, en Año Nuevo brindé con una copa de ron Zacapa. Por él, que estremece mis horas de sueño, y por lo imposible, para que se lo tome con calma. Por mi hermana, que se me marcha; por mi familia, cada vez más vieja y más cansada; por el 15-M y los indignados; por otro año de sueños cumplidos; porque no haya más desesperanza.

¿Por qué no aprovechar para propósitos humanitarios? Si despegamos la cara de la Blackberry/Iphone, estiramos el cuello encorvado y abrimos los ojos; si nos quitamos los auriculares que nos impiden escuchar el ritmo de las cosas pasar; si dejamos a un lado las necesidades autoimpuestas y el consumismo atroz… quizá se nos abra la mente y palpemos esa realidad paralela, la de verdad, donde la gente vive en guerra, o donde mueren de inanición, o donde la educación es un lugar vetado, o donde la desigualdad es ley. O donde simplemente, tener un móvil de última generación no es un problema, porque ni siquiera llega la electricidad. Pero aún así, el mundo sonríe, y nosotros, pobres ilusos, nos buscamos problemas inútiles por los que llorar. Si lo que queremos es un mundo más justo, lo primero que tenemos que hacer es cambiarlo, no vale acomodarse.

Lo que no quiero es que Laura ya no vuelva, y que el Océano se haga cada vez más ancho. No quiero que el 2012 sea una farsa, ni que el mundo se nos escape de las manos. No quiero trastos inútiles, ni prejuicios, ni miedos. Por eso quiero un 2012 más humilde, donde los Reyes Magos regalen sonrisas, donde los llantos sean cosa del pasado, donde las emociones estallen y el amor sea algo más humano.

Pido un 2012 de renovación, donde el fin del calendario maya sea un aliciente y no un mal presagio. Por todos los buenos momentos y por los que vendrán; por los errores cometidos, de los que se aprende; para que a los patojos del mundo no les falte de nada; y porque Ella haya encontrado su lugar.

FELIZ AÑO A TOD@S y que el 2012 esté lleno de sonrisas.

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